Verso y Prosa.- “TU VERDAD NO, LA VERDAD…”

“Yo soy yo y mi circunstancia”.

(Ortega) “La manzana que yo veo, no es la manzana que tú ves”. (Creo que también lo dijo Ortega).

Fausto Calzado de la Torre.- Es cierto que el hombre percibe la realidad a través de los sentidos: al nacer tomamos contacto con el mundo de forma inesperada y una enorme cantidad de estímulos nos hace conscientes (si es que tenemos consciencia en ese momento crítico de nuestra existencia) de que hemos abandonado la protección del seno materno.

A través del tacto empezamos a reconocer la presencia de nuestros semejantes cuando palpamos la figura todavía protectora de la madre. Por medio del gusto sabemos que la leche nos mantiene vivos y, en fin, por el olor reconocemos esa cercanía beatífica de quien nos engendró.


Publicidad:

 


El oído y la vista, aunque se desarrollan posteriormente, nos proporcionan, debido a su complejidad, un mayor número de señales provenientes del exterior y nos van produciendo, progresivamente, la sensación de estar vivos.

Si bien, como hemos dicho, los sentidos son el mecanismo que nos acerca al mundo, no es menos cierto que también condicionan nuestra forma de acceder a él Sólo conocemos aquello que vemos y aun así no podemos estar seguros de que lo que llega a nuestra retina sea la verdad.

No sólo porque la oscuridad nos impide ver aquello que nos rodea, sino también porque, en ocasiones, los ojos engañan a nuestro cerebro y crean espejismos. De ahí que el ser humano haya desarrollado eso que llamamos sexto sentido.


Publicidad:

 


Por eso, aunque dotados de los mismos instrumentos para sondear el universo circundante, cada persona, como suele decirse, es un mundo diferente.

Esa interminable catarata de sensaciones que es la existencia, nos proporciona una visión distinta de nuestro entorno y, al mismo tiempo, va conformando nuestra forma de ver la vida y de interpretarla, nuestra forma de relacionarnos con el medio que nos rodea y, en definitiva, nuestra personalidad, de la que también forman parte otros aspectos más complejos como nuestros afectos, nuestros gustos y nuestros intereses.

¿Acaso el mundo en el que vivimos no es el mismo para todos los mortales? Qué duda cabe de que sí; pero, a la hora de acceder a él, son numerosos los condicionantes con los que el hombre lo hace: desde nuestros deseos más elementales hasta nuestras creencias o nuestra ideología; pero dejemos esto, de momento, para otra ocasión.


Publicidad:

 


Para terminar, si bien es cierto que cada individuo percibe la realidad de un modo distinto, podemos afirmar que la realidad es la misma para todos… Otra cosa son las interpretaciones. Entonces, amigo lector (si es que alguna vez estuvieres a ese otro lado del papel), si partiéramos en dos esa manzana de la que dicen que hablaba Ortega, y tú y yo comiéramos un trozo cada uno, quién podría decir que no estaríamos comiendo de la misma manzana.

DESCARGA pdf