Verso y Prosa.- EL PASEO MARITIMO DE STA. CRUZ DE LA PALMA

Fausto Calzado de la Torre.- La última vez que vi a los Reyes fue cuando hacía el servicio militar en la Isla de la Palma el año ochenta y seis.

Había bajado con mi amigo Pepe al pueblo, disfrutando de un breve fin de semana sin guardias. El recorrido principal discurría a lo largo del Paseo Marítimo.

Cuando llegamos tuvimos que situarnos al final del mismo, en su confluencia con la calle O’Daly, en la curva donde tuerce para continuar hacia el frente, hacia El Fuerte, el cuartel de Infantería.


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No pude percatarme de su llegada al girar en nuestra dirección y cuando quise darme cuenta, el coche estaba ya casi encima de nosotros. Con la sorpresa perdí capacidad de reacción y no supe cómo debía saludarlo.

Otro soldado, vestido como nosotros con ropa de paseo, lo saludó como hacían, a esas alturas de mili, los abuelos cuando algún cabo o cabo primero de su reemplazo se dirigía a ellos. Me chocó bastante y a punto estuve de imitar mecánicamente aquel gesto absurdo.

Cuando el coche en el que iba el Rey llegó a mi altura, me cuadré llevando la mano a la boina y lo saludé respetuosamente. Los reyes también saludaban con su eterno gesto a una multitud exultante.


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Esta ha sido la última vez que he visto a los Reyes en persona. Si alguna vez tengo el honor de volver a verlos, todavía no sé si será procedente inclinar la cabeza y bajar la mirada ante su presencia. Y es que los reyes, por el cariño que les profesamos, son como esos amigos a los que vemos muy de cuando en cuando y que son como miembros de nuestra familia.

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