Rito 2.- Nacimiento, embarazo, parto

Lorenzo Fernández Molina.- Si analizamos los comienzos del s-XX, sacamos la conclusión del enorme valor que tenían las familias amplias y que radicaba en el número de miembros que aportaban para el trabajo sobre otras familias más pequeñas. Su costo el mismo, de ahí el dicho: «donde comen tres, comen cuatro». A partir de esto la importancia que se le otorgaba a la reproducción y a la fertilidad era evidente.

NACIMIENTO: Con relación a la fertilidad o esterilidad se tenía el convencimiento de que la responsable es la mujer. Su cuerpo debe funcionar bien sobre todo la zona que va a ser asiento del feto: las caderas. Éstas van a ser los pilares de un nuevo edificio, si esos pilares son endebles será necesario reforzarlos, apuntalar las caderas y el vientre por medio de un refajo que se ponía en la región lumbar.


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En Moral, como en la provincia y otras partes de España, el matrimonio se construía sobre unos sentimientos culturales, ideológicos, sobre un pacto: los hombres serán los encargados de la relación con el mundo exterior y la mujeres con su contrato de lo interior: «ocupándose de llevar la casa», ocupándose de su propio cuerpo, ocupándose de sus hijos.

En busca de la fertilidad y de ayuda en el buen parto se buscan una serie de ritos, enormemente importantes en las zonas agrícolas en donde los hijos eran una gran ventaja y se convertían en el gran patrimonio. La mujer debía quedar preñada en los primeros momentos, si no ocurría así, pasaba a la crítica social con la dosis de lástima sobre ella y su marido. Si no sucedía así, se hacían preguntas expresando la necesidad, preguntas carentes de importancia y que hacían mucho daño a la mujer: ¿todavía no estás? ¿cuándo te vas a quedar embarazada?Hacían tanto daño como al soltero el dicho de ¡te vas a quedar para vestir santos!

Las prácticas para conseguir una amplia familia, se fijan en varias acciones y cuidados para favorecer un embarazo tranquilo y seguro; son: los antojos, el partoy por último la llamada cuarentena. En los antojos entran los cuidados alimenticios, en el parto el peligro de muerte de la madre y el niño ¡Cuántos partos acabaron en muerte de uno, del otro o de ambos ! y la cuarentena se convierte en un prolongadoperiodo de cuidados, periodo que, acabado éste, debe dar lugar a un nuevo embarazo. Debe convertir en realidad el dicho de la mujer que pare a menudo¡como una coneja!


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EMBARAZO: Conseguido el embarazo comienza un periodo de cuidados y precauciones sobre la futura madre y evitar que el niño no naciese con malformaciones. La mujer podía comer de todo, sin limitaciones, ya que debía«comer por dos». La madre entra en situación especial y caprichosa, pero hay que atender los caprichos por el bien del niño porque sino puede llegar al aborto o que

el deseo aparezca en la piel de los niños como recuerdo insatisfecho. A la mujer hay que satisfacerle toda clase de «antojos». El peligro del aborto está siempre presente, no solo hay que satisfacer los antojos, sino también evitar ir al cementerio, etc. Los antojos no se limitan al deseo de determinadas comidas sino que se extienden a caprichos.

Al poco de quedar embarazada, comienza a comer para dos, recibe los parabienes sociales de aprobación y enseguida comienzan sus preguntas: «¿cómo será», «qué sexo tendrá». Recordemos que el varón en estas sociedades es de lo más importante. El deseo de conocer el sexo lleva aparejado la incertidumbre de si será varón. Para intentar conocerlo usaban distintas estrategias: escápula de la liebre, posición de las manos, si termina el abultamiento del vientre en punta, es niño; si redondo, niña. Se toma una moneda antigua de las llaman patacones, se arroja por el cuerpo a lo largo, si cae de cara será niña y si de cruz niño. En cuanto al influjo de la luna, si ya existe familia, hay el siguiente refrán: «si en menguante, semejante y en creciente, diferente».


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PARTO: El peligro del parto se expresa en el dicho «la muerte pasa a la mujer en el parto tres veces por la cara».

Llegado el momento del parto todas las atenciones han llegado a su fin y serán inútiles si éste no llega a feliz término. La primera preocupación será abreviar al máximo el tiempo de dar a luz, para ello se utilizaban distintos medios que iban desde físicas hasta la invocación ante imágenes religiosas. Así, de las primeras se consideraba que si la postura de la mujer era sobre un sillón sin asiento con su marido sujetándole los pies paría antes. En Moral esta acción entró en decadencia a comienzos del siglo XX. Fueron comunes las ofrendas, el uso de escapularios, imágenes sagradas: San Ramón Nonato, Rosa de Jericó. La asistencia en la familias acomodadas era por médico y en las clases más humildes por parteras o comadronas.

San Ramón Nonato es el personaje más asociado a la fertilidad. Se le considera el «abogado de las parturientas». En el momento en que se intensificaban los dolores de parto la parturienta le invocaba y rezaba la siguiente oración: «Oh, glorioso San Ramón Nonato, a vos acudo movida de la confianza puesta en vuestra intercesión delante de Dios; aceptad mis sacrificios y dolores, y amparadme con vuestra protección, consiguiéndome del Señor Todopoderoso, en razón de vuestro nacimiento extraordinario y de vuestro martirio durante ocho meses, que el hijo de mis entrañas se conserve en vida y con salud, que nazca felizmente y que sea después un buen cristiano.


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PERIODO DE CUIDADOS: Después del parto comienza un periodo de cuidados llamado «cuarentena». Toda la familia acude durante este periodo trayendo regalos a la parturienta y quedándose a cuidarla. Las alimentan progresivamente con caldos y sin dedicarse a las tareas de su casa. La cuarentena

es un periodo de importantes restricciones alimenticias, laborales, sexuales que rompen el ritmo de la vida habitual y familiar. Su normalización venía determinada por la ruptura y abandono de sus limitaciones anteriores. Su primera salida es para oír una misa de acción de gracias. La casa de la parturienta se había convertido en una pequeña familia con la llegada de vecinos y familiares para llevar presentes por el triunfo de la fertilidad. El recién nacido suponía un triunfo para la comunidad, era un bien social pero también desencadenaba envidias.

El -«mal de ojo» ha sido el mal que más trascendencia ha tenido en nuestra localidad. Echarle el «mal de ojo» a un recién nacido equivale a que no triunfe la fertilidad. Resulta significativo que las causantes del mal de ojo sean mujeres que ya han perdido la fertilidad. también se añaden a éstas otras personas alejadas del orden social como gitanos o mendigos.


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En Moral, como en tantos pueblos de la provincia, el «mal de ojo» o «aojo» valía como explicación para cualquier mal del pequeño. Los síntomas eran llantos, debilidad, inapetencia. Una vez detectados los síntomas se procedía a la confirmación del mal; se echaba una gota de aceite en un plato de agua y comprobar si se diluye (+) o no (-). En Moral en 1874 sabemos que se distinguía entre «aojo seco» (provocado por una mirada envidiosa) y el «aojo» (causado por sustos de la madre), provocados en ésta por preocupaciones, inquietudes o enfermedades y que provocaron la mala leche que la madre dio el niño.

Con el pequeño había que tener cuidados especiales al ser extremadamente débil. Era necesario bautizarle pronto para que el niño, si moría, no fuese al limbo. En el bautizo se le vestía con un faldón y un gorro con un lazo azul, para niñas y rosa para niñas. Pero también debía protegerse al pequeño contra el aojo. Se preparaban amuletos entre los que predominaban las higas. En nuestro pueblo se denominaban con el nombre de «detente diablo» a unas bolsitas de cuero o tela, cosidas y cerradas por los lados en cuyo interior tienen un papel con textos de los Santos Evangelios. En dos de sus extremos se cosían unos cordones que permitían atarse o sujetarse a cualquier prenda Los amuletos anteriores también preveían el«alunamiento».

El alunamiento era otro mal grave al que estaban expuestos los pequeños, derivado de los pechos de la madre que producían una leche contaminada que causaba trastornos estomacales y erupciones en la piel. La madre lo adquiría durante la cuarentena, al recibir la luz lunar en fase creciente. Por lo que no era recomendable que la madre saliese a a la calle en esta fase lunar. En Moral el alunamiento se preveía con amuletos hechos con asta de venado. También se consideraba como otro de los factores del alunamiento la acción maléfica de las culebras que aprovechando la noche y la somnolencia de la madre, se acercaban a los pechos cuando iban a mamar los niños, introducían su cola en la boca de éstos y ellas succionaban los pezones, dejando los pechos vacíos en el momento en que el pequeño quería mamar.


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El sentido de la fertilidad ha tenido una gran relación con el desarrollo de los pechos. Unos pechos grandes expresan lo deseable (unos buenos pechos dan unos buenos niños), se ahí el cuidado de los mismos. Los pechos pequeños han sido relacionados con la enfermedad y la fealdad. Parir gemelos era una gracia puesta para poseedores especiales ya que podían curar determinadas enfermedades. No solo los gemelos sino otros que han tenido el don de hablar dentro del vientre de la madre (saludadores). Estos se convertirán en zahoríes y tendrán la virtud de curar enfermedades. Ha sido muy corriente en nuestro pueblo la de los mellizos de poder curar la «culebrilla». Había otro mal que afectaba a nuestros paisanos: «la rabia». Se transmitía a través de los perros y que aunque nuestros zahoríes no tenían remedio sí estaban exentos de contraerla aquellos que habían nacido con una cruz en el cielo del paladar (saludadores) y que se decía que habían hablado en el vientre de la madre. La gracia de éstos está en que su saliva se hace curativa.

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