
Si nos remontamos unas
décadas atrás en el tiempo, seguro que muchos de nuestros mayores recordarán
con gran facilidad la presencia del afamado Parador de Madero, situado en la
calle de la Tercia número 12.
Este parador o posada,
daba acogida a todos aquellos turistas que llegaban a Moral en busca de
alojamiento, así como también tenían siempre las puertas abiertas a todos
aquellos que tenían necesidad de calentarse o de alimento.
Con el fallecimiento de
los dueños, Lorenza López y Juan Ramón Fernández, el parador cerró sus puertas
y el terreno fue distribuido entre los hijos del matrimonio, que hicieron allí
sus viviendas. Años más tarde, y tras fallecer éstos, se vendió por partes,
desapareciendo para siempre los muros del mismo. En la actualidad, en su lugar,
encontramos la sede del Partido Socialista de la localidad, y algunas casas
particulares y cocheras; perteneciendo, aún en la actualidad, una parte de este parador a los descendientes.
Para conocer el origen
del mismo, debemos remontarnos hasta el siglo XIX, cuando aquí ya se proveía de
habitación, comida y lumbre a todos aquellos que lo necesitaban.
El periodo de mayor
actividad dentro del parador, era en la Semana Santa, por ser éste “cuartel
general” de la Compañía Romana, donde, haciendo uso del amplio patio, ensayaban
no sólo con su banda, sino también el momento del prendimiento de Jesús en el
Huerto de los Olivos. Y no era de extrañar, pues además del buen trato
proporcionado por los regentes del lugar, Juan Ramón era capitán de los armaos.
Durante esos días en
que tenía lugar la Semana Santa de Moral de Calatrava, Lorenza, conocida por
ser una gran cocinera, elaboraba verdaderos manjares para todos los allí
alojados: canutos, rosquillos, flores, bacalao, tortillas, leche frita,
natillas, etc; y todo ello en grandes cantidades, pues no negaban un plato a
todo aquel que lo necesitara. Además, los días de Jueves y Viernes Santo, daban
de comer gratis a los huéspedes. Días en los que apenas trabajaban, pues como
decía Lorenza: “el día de Viernes Santo
no se debe trabajar, porque está Jesús muerto, y ni los pajarillos pían en
señal de duelo”.
Una de las
características de este lugar, era la enorme chimenea, en forma de campana, que
albergaba, durante los meses de frío, una lumbre constante, día y noche, a la
que acudían aquellos pobres de la localidad para calentarse.
Como bien dejó escrito,
Josefina Romero, nieta de este matrimonio: “¿dónde
podrían encontrarse mesoneros así, de no ser en nuestro entrañable Moral?”.
Loli
López- Tercero Sánchez
(Información
recopilada y proporcionada por Begoña Hervás Romero)