Incendiarios

Ángel Samper / Secretario General de Asaja Aragón.- ¡Ay sí, que no respire nadie! ¡No al clima en el que respiramos!  ¡No a la limpieza del monte! ¡No tocar la tierra! ¡No tocar los árboles! ¡No quemar los matorrales! ¡No almacenar el agua! ¡No iluminar los escaparates! ¡No encender la luz! ¡No a la carne! ¡No a los pedos de las vacas! ¡No a las granjas! ¡No a los granjeros! ¡No a los agricultores! ¡No a los comerciantes! ¡No a los hosteleros! ¡No a los transportistas! ¡No a los empresarios! ¡No a los autónomos! ¡No a los no depredadores! ¡No a los no carroñeros! ¡No a todos nosotros!… Y ¡no a la vida digna!

Según la RAE un incendiario es alguien que incendia con premeditación, afán de lucro o por maldad, aunque la estupidez también puede estar presente. No debe ser confundido con el pirómano, que tiene una tendencia patológica a provocar incendios fruto de su enfermedad mental. Sin embargo, en nuestra sociedad quemada y enloquecida es difícil distinguir unos de otros.


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Ante tantos despropósitos nos preguntamos si vivimos en manos de inconscientes o perturbados. Los grandes mandatarios a menudo parecen incendiarios porque su inconsciencia e incluso maldad son la gasolina que arrasa todo lo que toca, se desenvuelven como pez en el agua utilizando la doblez, transformándose tantas veces como sea necesario para lograr sus intereses. Pueden hacer lo contrario de lo que dicen y defenderlo con argumentos absurdos sin pestañear. Son tiempos en que los iluminados imponen la oscuridad como solución y en que la única vía que ofrecen para el fuego es la de bombero, no la prevención ni el bien de todos.

Con sus actuales políticas, las Administraciones Públicas han creado un auténtico polvorín. En una nota de prensa del pasado 28 de julio el Colegio Oficial de Ingenieros de Montes ofrece datos muy reveladores que nos ayudan a entender qué está pasando: los bosques españoles han multiplicado por 2,5 su extensión en los últimos 80 años y por 3 sus stocks de biomasa en los últimos 50 años.

Ello no quiere decir que haya más y mejores bosques o más y mejor biomasa, sino todo lo contrario. Para que un incendio se pueda producir hay que contemplar varios factores: la temperatura, la humedad, el oxígeno y el combustible. Con demasiada frecuencia las superficies forestales arrojan una vegetación muerta por encima de las 10 tm/ha, superando así la capacidad técnica de extinción. En resumen, como venimos denunciando, las actuales políticas son incendiarias.


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En España menos de una tercera parte del presupuesto que se destina a la gestión de los montes va destinado a medidas de prevención y extinción de incendios.  Un verano tras otro asistimos desolados a incendios en toda nuestra geografía. ¿Por qué no se aborda con seriedad este gravísimo problema? La pasividad de la Administración carece de toda explicación lógica.

¿Por qué nuestros máximos mandatarios consideran un “mantra” y ponen en duda que “los incendios se apagan en invierno”? ¿Es su propia desviación del concepto de lo público? Seguramente. Desde luego que nosotros, no pensamos en las “brigadas públicas” sino en la colaboración público-privada donde la Economía Verde se pone en valor sin mantras. Medioambiente, economía, energía, territorio y empleo.  Esto es, transformar en verde creando y generando y no degenerar ardiendo y consumiendo.

Como sabemos la sequía es otro de los problemas que venimos padeciendo año tras año. En esta campaña 2022 se estiman unas pérdidas de producción en Aragón de 370 millones de euros en cereal de invierno, 150 millones en maíz, 130 millones en fruta de hueso, 24 millones en almendro, 35 millones en olivo… y pérdidas incalculables en ganadería por las mismas razones y por los elevados costos de alimentación.  Y ante esta situación lo único que se les ocurre a las cabezas pensantes del MITECO es decirnos que «hay que acomodar el regadío a la disponibilidad hídrica en este escenario de cambio climático”.


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Es decir, primero nos cortan el grifo -siendo ellos los principales culpables de no regular, de no guardar agua en las grandes avenidas, a la par que evitar desastres por inundación- y ahora nos dicen que no bebamos porque no hay agua. Cuando uno tiene sed y va a la nevera a beber agua, se preocupa de reponerla y que quede siempre la botella llena porque eso nos permitirá volver a beber, vivir y trabajar para llenar la nevera de alimentos. Los “lumbreras” del Ministerio y sus amigos piensan todo lo contrario. No son necesarias las botellas, ni las neveras, si hay sequía, no rieguen y asunto zanjado…¡otro insulto a la inteligencia!. Hoy más que nunca, hay que ser exquisitos con el ciclo del agua y por ello es más necesario que nunca REGULAR.

Claro está que regular no es permitir a las eléctricas turbinar en plena sequía a la par que la Ministra Ribera declara que es una barbaridad, cuando ella es la responsable. Éste es el “BajoAmbiente” que domina su Departamento, señora Ministra.

Como venimos denunciando una y otra vez, el sector agrario, ganadero y todo el Medio Rural están ardiendo desde hace tiempo. A los incendios, la sequía y las riadas hay que sumar algo más desesperante si cabe, los innumerables procedimientos administrativos que olvidan su verdadera naturaleza de servicio público. La Administración Pública ha transformado su papel de servidor público por el de policía que en vez de dedicar su tiempo a controlar a los malos hace la vida imposible a los buenos. No hay ningún sector productivo tan fiscalizado, perseguido y controlado como el agrario y ganadero.


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Sus políticas de despacho desconocen por completo la realidad del Mundo Rural y por tanto no pueden dar respuesta a los problemas que padecemos. Nos encontramos solos ante el peligro porque quienes tendrían que ayudarnos se dedican a ponernos piedras en el camino.

En nuestra comparecencia en las Cortes del pasado 27 de junio, ASAJA Aragón denunció esto de lo que venimos hablando. En primer lugar, comunicamos nuestra negativa al Proyecto de Ley de Dinamización del Medio Rural porque estamos hartos de engaños, palabras vacías y postureos, pero también ofrecimos soluciones que son de simple sentido común: dotación presupuestaria, apoyo al emprendimiento para que los que estén no se vayan, incentivos a la familia y a la natalidad, exenciones de impuestos en el medio rural, plan de ordenamiento territorial en energías renovables, apoyo a la ganadería en general y específicamente a la extensiva, apoyo a la agricultura evitando el estrangulamiento burocrático, ordenamiento forestal y apoyo a la biomasa, nueva política de atención y cuidado a los mayores para que sigan en sus pueblos, potenciar los organismos que funcionaban bien como las Cámaras Agrarias. Bastaría que existiese voluntad política para desarrollarlas, por eso no entendemos qué puede haber detrás que impide que iniciativas como las que planteamos no se lleven a cabo.

El afán de lucro, la maldad y la estupidez son el mayor martirio del bien y de la ética. Los incendiarios pueden proclamar lo contrario de lo que obran, dicen o piensan sin inmutarse.  Así es más entendible que los mismos que dicen estar preocupados por el agua o el aire que respiramos sean los mayores enemigos de la vida del planeta y de todos nosotros, especialmente de los más vulnerables e inocentes.


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Solo el ejercicio del espíritu del bien hace posible el respeto a la vida y el clima con exquisito cuidado de todo lo que nos rodea: lo ambiental, social, económico, energético y cultural. Sí, también lo cultural. Una de las razones principales para que los incendiarios hagan su “agosto” todos y cada uno de los días del año es la incultura. Es mucho más fácil extender mantras, por más estúpidos que sean, ante quienes han perdido la capacidad de conocer y discernir. Un hombre que no piensa es un diamante en bruto para los incendiarios de despacho. Por eso, los ciudadanos de a pie no podemos eludir nuestra gran responsabilidad en informarnos y conocer con veracidad todo lo que está pasando. Es paradójico que en la era de la información estemos peor informados que nunca.

Desde ASAJA Aragón seguiremos dando la batalla para frenar los despropósitos que nos «regalan» las Administraciones, día sí y día también. El pasado mes ampliamos nuestra sede central en Barbastro. Nuestro crecimiento obedece a una buena gestión, es verdad, pero también somos conscientes que crecemos porque hay necesidad de dar respuesta a nuestros socios, que ya no pueden aguantar el peso insoportable del “aparato” público. No es nuestro papel convertirnos en bomberos, pero la cantidad de requerimientos es intolerable y exige mayores medios humanos para cumplirlos en plazo. En estos tiempos convulsos en que se cuestionan los recursos naturales debemos centrar nuestros esfuerzos en producir alimentos sanos y de calidad y no en galimatías y procedimientos interminables

Llegó a nuestras manos recientemente un artículo publicado por Gustavo Duch en CTXT titulado “Capitalismo vegano: multinacionales alimentarias y BlackRock”. El artículo apuntaba: “hasta no hace mucho tiempo, seis o siete décadas atrás, la alimentación mayoritaria de la población rural era austera, equilibrada y sujeta a las posibilidades de sus territorios” “…se difundió el mensaje de la necesidad de mejorar los patrones alimentarios, aumentando el consumo de proteínas, especialmente de origen animal” “Algo tan íntimo como nuestra alimentación ha acabado delegándose en pocas megaempresas controladas por fondos de inversión”.


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Lo venimos apuntando en los anteriores artículos, los incendiarios “galácticos” denostaron en su día la vida y costumbres de nuestros padres para poner en valor sus alimentos procesados; sin tener en cuenta como bien apunta el artículo referido “sus desmedidas externalidades”. Ahora son los mismos incendiarios representados por unas cuantas megaempresas y fondos de inversión los que con su alimentación artificial, ponen en duda los productos naturales y sus recursos.

Según datos de las Naciones Unidas para la Alimentación en el mundo, la superficie destinada a la producción de cultivos alimentarios aumento en un 12% entre 1960 y 2010. La productividad agrícola en el mismo periodo aumento entre un 150% y un 200%. Hoy estamos preparados para dar un salto mucho mayor con las actuales herramientas de precisión para la producción de alimentos saludables y el uso eficiente del agua con un cuidado exquisito de la Naturaleza.

Lejos de lo que apuntan los incendiarios, nuestros recursos no son finitos. Nosotros sí somos finitos. No sé si nuestra capacidad de producción de alimentos sanos es ilimitada pero sí es extraordinaria.  Las consecuencias de las acciones incendiarias no invitan al optimismo. Se nos anuncia un otoño triste y caliente.


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Es momento de decir no al no, NO A LOS INCENDIARIOS y sí al optimismo y a la vida. ¡Respira! ¡Di SÍ! La Agricultura y la Ganadería, siempre contigo. Tu VIDA es tu casa.  ¡Cuídala! ¡Cuídate!¡Pon la Naturaleza en tu mesa y en tu plato, un pueblo… y ¡UNA SONRISA!

Y para terminar, ofrecemos a nuestros políticos la clave para cambiar la situación dramática en que se encuentra el Medio Rural:  SEAN HUMILDES. Aprendan de la sabiduría de nuestros mayores y escuchen a quienes trabajan literalmente de sol a sol. Como diría Dwight Eisenhower: «Asóciate y aprende todo lo que puedas de los que saben más que tú, que hacen las cosas mejor que tú y que ven más claramente que tú».