España será el segundo productor mundial de vino en 2020, delante de Francia pero detrás de ella en cuanto a valor de la producción

España será este año, pese a una cosecha mediocre por las condiciones climáticas, el segundo país del mundo por producción de vino solo por detrás de Italia y excepcionalmente por delante de Francia, con 35 millones de hectolitros, aunque por detrás en cuanto a valor de sla producción.

Será la tercera vez este siglo, después de 2003 y de 2013, en que España ocupe esa segunda posición, y eso se explica por la desastrosa situación de Francia, cuya producción caerá un 27 % a 34,2 millones de hectolitros a causa de las heladas, un nivel nunca visto desde 1957, según la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV).


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En su primer informe de perspectivas para 2021 presentado este jueves, la OIV calcula que este año se vivirá en el mundo la segunda peor cosecha del siglo XXI con 250 millones de hectolitros, apenas mejor que los 248 millones de 2017 y un 7 % inferior a la media de los últimos dos decenios.

La razón principal es el bajón por razones climáticas en los tres principales productores vinícolas.

Aunque el descenso no será tan acusado como en Francia, también lo sufrirán España (con una baja del 14 % respecto a 2020 y del 9 % respecto a la media de los cinco ejercicios precedentes) e Italia (del 9 % respecto a 2020 con 44,5 millones de hectolitros).

Ese nuevo podio en términos de producción no anuncia un cambio en el valor de la producción vinícola, para el que Francia se mantiene líder indiscutible.


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Estados Unidos se reforzará como la cuarta potencia mundial del sector, con una producción que se incrementará un 6 % hasta 24,1 millones de hectolitros, por delante de Australia (+30 % a 14,2 millones), y Chile (+30 % a 13,4 millones), que esta vez superará al otro gran actor sudamericano, Argentina (+16 % a 12,5 millones).

En conjunto, los países del hemisferio sur alcanzarán un volumen récord de 59 millones de hectolitros, con un incremento del 19 % en un año que contrasta con la situación en 2020, que estuvo marcada por condiciones climáticas desfavorables.

China es el gran agujero negro del mercado mundial de vino desde que hace cinco años se embarcara en una reestructuración del sector, de la que ni la propia OIV ve el final y tampoco con claridad la dirección.

Sus expertos no se han atrevido a presentar una previsión para 2021 de la producción china, que en 2020 había caído a 6,6 millones de hectolitros, es decir, menos de la mitad de la que tenía en 2016.


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Solo se aventuran a predecir que en términos de consumo será el único de los países que cuentan en los que no va a crecer después del retroceso global del 3 % del pasado año por el coronavirus.

El consumo mundial subirá un 2 % este año (sin llegar al nivel de 2019) a la vista de la fuerte recuperación de los intercambios internacionales, que en el primer semestre subieron el 21 % en valor respecto al mismo periodo de 2020 e incluso del 6 % si se compara con la primera mitad de 2019.

El director general de la OIV, el español Pau Roca, se muestra optimista porque el sector da signos que se adapta a las condiciones, en especial las impuestas por la crisis de la covid.

Para ilustrarlo, señala que mientras el vino representa en torno al 14 % de las ventas de bebidas alcohólicas, en el comercio electrónico su peso es muy superior, del 40 %.


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Más allá de esta crisis, Roca pone el acento en que el gran reto es el impacto que va a tener el cambio climático. «Las catástrofes naturales es algo que vamos a ver de forma regular», advierte.

No cree, en cualquier caso, que el calentamiento global vaya a suponer un desplazamiento geográfico de las regiones vinícolas, por ejemplo más hacia el norte en Europa, porque la del vino es una actividad muy vinculada a su territorio. Además, hay otros elementos con los que se puede jugar, como las variedades de viña y las prácticas de cultivo.